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Allí en esa esquina me apretó la noche,
un funyi de sombras le calzó a mi espera,
y un lengue de luna cubrió a mi quimera,
penumbras de huida en su negro broche,
Se hace interminable la noche y la espera,
faroles que danzan con luz mortecina,
y yo sigo ausente bebiendo a esa esquina,
con duendes del alma jugando en la acera,
Y vuelvo a la noche, a ese mar de estrellas,
me atrapó en sus brazos sin que lo sintiera,
con su capa oscura de angustia y tiniebla,
la siento en mí ser como lo está ella,
Un candil se hamaca en una barrera,
marcando el peligro de esa vía desierta,
y yo en esa esquina continúo mi espera,
soñando cambiar mí esperanza muerta,
La noche mantiene a su boca abierta,
de oscuros silencios y calles desiertas,
engullendo todo su manto en tinieblas,
yo sigo esperando que aparezca ella,
Que sea en una nube o en una estrella,
que un rayo de luna le alumbre la senda,
o en un farol que en su luz se encienda,
y con el rocío a mi corazón le quite su pena.-